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Mostrando las entradas de enero, 2024

TACONES ROJOS

  El abuelo sostenía entre sus manos la última botella de vino que habían tomado juntos; el corcho mantenía prisionera las cenizas de la abuela, pues iba a realizar un largo viaje por el rio hasta llegar al mar. Con toda su fuerza lanzo la botella a la ría; vimos como los lechuguines la envolvieron y se la llevaron escoltada como una reina; hasta que desapareció. Se habían conocido una tarde de marzo, cuando ella paseaba con sus amigas por el puerto; mientras el daba las ultimas indicaciones para zarpar. El abuelo era pequeño de estatura y de contextura robustas, con los ojos tan azules como si lo más profundo del mar lo hubiera hechizado. De sus cinco nietos soy la única que hereda el color de sus ojos; posiblemente porque nos unía algo más que hasta esos momentos desconocía. Después de la muerte de la abuela me quedaba con él todos los fines de semana; mientras mis padres visitaban la finca de banano al otro lado del rio. Subía las gradas de madera de teca casi a gatas, me gustaba to

LUNA

  Dedicada a hacer la madre perfecta, la esposa ideal, no se había percatado que en su espalda crecía una joroba que la hacía perder la gracia de una mujer interesante.  Cargaba mucho en sus hombros y escondía otras más en su pecho.  Aquella noche de diciembre, abruptamente estallo una tormenta con sus respectivos rayos, truenos y lluvia. Como tiene que ser cuando se quiere borrar de un solo manotazo historias pasadas y sueños no realizados. Media hora más tarde llego la calma.  Salió al patio enojada; la ropa que había lavado esa tarde habían sido víctimas de la la inclemencia del clima; del alambre solo colgaba las hilachas de las prendas que con gran amor había cosido para sus gemelos.  Le gustaba dejarlas ahí para que la luna los bañase con su luz y le impregnase su energía.  Se inclinó para saltar el charco que se había formado al frente de la puerta de la cocina y lo que vio la maravillo.  La luna redonda, grande, se reflejaba en el espejo de agua; se extasió con la imagen. En ot

Me dejo caer

Envuelta en aserrín, llegué por mar al nuevo continente. No tengo la noción del tiempo de mi existencia, pero sí soy capaz de contar las historias que me ha tocado acompañar hasta hoy. Llegué a ella, como la única sobreviviente. Todas las mañanas ponía la cafetera al fuego; el pito de ésta siempre la sobresaltaba, y se apresuraba a sacarla de la hornilla mientras me bajaba de la repisa. El líquido caliente del café entumecía mi fina porcelana; sentía cómo el calor tomaba todo mi ser. Me llevaba debajo de su nariz y aspiraba profundo el olor que emanaba el líquido oscuro; sus labios tocaban con delicadeza el borde dorado mientras me hacía girar entre sus manos. El sonido del timbre la saca violentamente a la realidad. Me colocó despacio sobre la mesa de mármol; su frialdad provocó que sufriera un cambio en mi porcelana y en el líquido. Ella también sintió una corriente en todo su cuerpo, y el miedo la invadió. —¿Sabe quién toca la puerta? Lo puede sentir—. Es su novio pidiéndole otra ve

Pecados capitales

Empecé mi vida sexual muy temprano, para ser exacto a los cinco años, cuando cursaba el preescolar en el jardín de infantes de la tía Rosario en mi pequeño pueblo anclado en un valle caluroso y lleno de olores exóticos que estimulaban todos los sentidos. Partiendo de que soy producto de una relación sexual entre mis padres, y que por pudor trato de eliminar de mi mente pervertida imágenes de ellos en tales actos; me quedo con la frase romántica de que soy el fruto de un gran amor… Mi primera experiencia fue muy traumática, no tanto por el hecho mismo, (-si así se lo puede llamar); sino por el susto que se llevó mi madre al encontrarnos a mi amiguito y a mí, desnudos detrás de las cortinas de la sala. Pobres mis padres al pensar que la primogénita ya estaba perdida en el mundo del pecado a tan pronta edad. La experiencia de sacarme la ropa después de llegar del jardín de infantes tiene una explicación lógica y se la atribuyo al calor del medio día; no podía diferenciar donde era más cal

2023-2024

 RELATOS 2024 Con el permiso de sonríe_libreando, tomo su idea de escribir un relato cada semana, estoy segura que este ejercicio me ayudara en mi proceso de aprendiz de escritora. 2023 – 2024 Después de la muerte de papa, mi niña interior también se apagó, de eso son ya diez años.  Normalmente era yo la que organizaba la reunión del viejo y bienvenida del nuevo año, con monigote,  testamento y  juegos incluidos;  lograba que el minuto uno del año nuevo sea lleno de rostros felices. Poco a poco los hijos y los sobrinos como iban  llegando a la familia, se fueron involucrando en los diferentes programas. Me di cuenta que la felicidad se contagia y la tristeza también; estos años de eterno luto nos invadió convirtiéndonos en seres opacos y aburridos. Que egoísta he sido, pero todo tiene sentido. Estoy lista para volver a reír a carcajadas, hasta que se me vea la campanilla, a bailar aunque mi cuerpo oxidado no coordine, piernas con caderas, hombros con brazos; aunque el mismo paso de bai