Cita con el Miedo
Yo: Hola, ¿Te importaría si hablamos un rato? En la cafetería que abrieron en el gimnasio
Miedo: Claro, pero no te prometo que será una charla fácil.
Yo: te pedí un chocolate.
Miedo: ¡gracias, comienzas tu o comienzo yo!
Yo: ¡comienzo yo! Quiero entenderte mejor. ¿Por qué estás siempre ahí, incluso cuando no te necesito?
Miedo: Estoy aquí para protegerte, aunque a veces se me va la mano. Intento mantenerte a salvo de cualquier daño, incluso de cosas que podrían no ser tan peligrosas. Como aquella vez que tenías fobia a los gatos negros.
Yo: Pero esa vez que me dieron el diagnóstico de cáncer, hiciste que me sintiera tan desvalida.
Miedo: veo peligros en todas partes. Mi trabajo es advertirte, pero a veces me cuesta medir la intensidad de mis advertencias.
Yo: ¿Y qué pasa con esos momentos en los que me impides avanzar? Como cuando quiero hacer algo nuevo o enfrentar un desafío y termino procrastinando.
Miedo: En esos momentos, temo que fracases o te lastimes. Prefiero que te quedes en tu zona de confort, aunque eso signifique renunciar a oportunidades.
Yo: esa protección me hace sentir que estoy prisionera. Me haces dudar de mis capacidades.
Miedo: lo sé. Quiero que estés a salvo, pero al mismo tiempo, no quiero que te pierdas de vivir plenamente.
Yo: ¿Qué me dirías sobre esos mensajes de temor que envías en el wasap sobre mis seres queridos, sobre sus futuros?
Miedo: Te mando esos mensajes porque los desconozco. Lo desconocido me aterra y pienso que, si te mantengo alerta, estarás preparada para cualquier cosa.
Yo: Pero vivir con ese constante estado de alerta es agotador.
Miedo: sí es muy cierto, debe agotarte mucho. ¡Aunque ahora veo una saskya diferente!
Miedo: Reconoces que mis intenciones no siempre son malas. Como dices “coges al toro por los cuernos” ,me escuchas, y no dejas que te domine.
Yo: creo que estoy encontrando un equilibrio contigo, soy humana por lo tanto siento miedo, me pregunto si tus advertencias son reales o exageradas.
Yo: A veces siento que me haces más fuerte, pero en otras, me haces sentir tan débil.
Miedo: Esa es mi dualidad. Soy tanto tu guardián como tu adversario. La clave es usarme como una herramienta para aprender y crecer, no como un grillete en tu tobillo.
Yo: Entonces, ¿podemos hacer un trato? Tú me alertas de los peligros reales y yo prometo escucharte y no dejare que me controles.
Miedo: Ese trato me parece justo. Si confías en mí, yo confiaré en ti.
Yo: Gracias, Miedo. Por fin, entiendo que somos aliados y no enemigos.
Miedo: Siempre he estado aquí, no soy invencible, quiere lo mejor para ti, aunque a veces me equivoque. Ah; no es necesario ese destornillador que cargas en la bolsa.
Miedo: cuantas veces sean necesarias me llamas para conversar y tomar otro chocolate caliente. Estoy siempre a las órdenes.
Comentarios
Publicar un comentario