MAGA

 Me preguntaron si puedo hacer un cuento que abordará el tema de la adopción.

Abrí los ojos como dos grandes platos; suerte que no me pudieron ver, pues estaban al otro lado del teléfono.

Era una pareja de amigos de mi hermana, quien había ponderado alguna habilidad de su hermana mayor.

El matrimonio había considerado esta opción como el último recurso para ser padres.

Vivieron un verdadero vía crucis que duro más de dos años:  médicos especialistas con conocimientos para traer al mundo seres humanos sanos, hospitales, exámenes de laboratorios de los más extraños posibles donde estaban esclavizados a temperaturas, horas exactas, calendarios, con tal de obtener una pequeña muestra y llevarla inmediatamente al laboratorio. No les importaba si tenían pico y placa, o si tenían que ausentarse del trabajo para cumplir con los deberes impuestos por el galeno; ilusiones; decepciones; llantos; reproches y hasta la separación definitiva se barajaron.

Ella recordaba como si lo hubiera vivido apenas unas horas antes la última visita que hicieron al médico; donde anuncio, que había seguido todos los procedimientos que la literatura indicaba, sin éxito. Les explico otras formas de tratamiento, como inseminación en otro vientre, pero realmente estaban agotados, con la cartera financiera en rojo, desistiendo de seguir intentando.

El ginecólogo les entrego una tarjeta, sugiriéndoles que visitaran al galeno que su nombre estaba impreso con letras negras y grandes. No perdían nada, ya lo habían intentado aparentemente todo dentro de sus posibilidades.

En esta ocasión, enfrentaron otro tipo de vía crucis, acompañados esta vez por psiquiatras, psicólogos, trabajadoras sociales, recorrieron fundaciones y orfanatos. Tuvieron que pasar por varias etapas y, en la última fase necesitaban de mi ayuda.

La llegada de María Gabriela marcó un antes y un después en la vida de esta pareja; la necesidad por paternar los llevó por caminos sinuosos; ahora la vida les había dado la oportunidad de ser padres de corazón, como ellos se hacían llamar.

-Adoptar es de valientes, les dije, con un nudo en la garganta y al otro lado del teléfono.

Maga como la llamaron, llego a ellos con un año de edad, ahora tiene tres y están en la última fase del proceso de adopción:  decirle de dónde viene.

¡Maga tenía que saber la verdad!

Los profesionales les sugirieron que usaran un cuento; con tres años, ese sería la forma de contarle su historia.

Ellos lo intentaron; el cuento debía ser leído primero por los directores del programa de adopción para ser aceptados o rechazados. Las grandes monografías con fotos, exámenes que ellos habían preparado, fueron rechazado.

Mi acercamiento a la escritura estaba en las historias que contaba a mi familia, pero contar un cuento para que María Gabriela supiera la verdad era un verdadero reto. Les pedí un par de días para volver a conversar con ellos. Fueron los dos días más pensados y meditados. Acepte, sin conocerlos físicamente, aunque para ese momento ya me había involucrado en sus vidas.

Lo único que me dijeron para elaborar el relato es que la niña fue encontrada con pocas horas de nacida, al pie de una resbaladera en un parque, y que su abuela la ama incondicionalmente, mimándola con empanadas de morocho, ¡ah!  que estaban planificando adoptar a un hermanito.

Mientras esbozaba el cuento, muerta de dudas, lloraba, me reía, suspiraba, borraba y hasta me reprochaba. En que me había metido.

Desde el principio supe que Maga sería la heroína, pues si había sobrevivido, sería capaz de salvaría a sus padres; cuando lo termine, fue como si yo hubiera nacido nuevamente.

Les mande el cuento por email; ellos lo enviaron inmediatamente a los responsables del programa; y a la semana les dieron luz verde.

Le leían el cuento por la noche antes que se durmiera, poco a poco la niña les pedía que se lo leyeran en más ocasiones; así que optaron por grabarlo en el celular y, cuando ella quería, lo escuchaba.

Por supuesto, yo estaba feliz, y debo de agradecer a esta familia que me permitió trabajar en un tema que para muchos de nosotros es muy lejano. La adopción puede brindar a un niño o niña la oportunidad de tener un hogar y una familia que los quieran, que los cuiden, y a su vez, puede brindar a parejas la oportunidad de ser padres y formar una familia.

Les dejo el cuento 

                                  Maga

En un reino mágico donde habitaban unicornios, hadas y arco iris de sabores, vivía una niña muy especial y diferente a los demás habitantes de ese reino.

Había llegado zarandeada por las corrientes de los vientos hasta que logro erguirse sentada en ese mundo maravilloso.

Sus grandes ojos negros buscaban algo que no encontraba, su corazón latía con fuerza y de repente se paraba, de sus labios no salía sonidos. Fue el tiempo que la meció mientras gateaba, caminaba, comía, hablaba, sonreía.

Aprendió a escuchar los corazones de las personas;

por los golpecitos en el pecho, sabía cómo se sentían.

Un día, Maga mientras jugaba a escuchar el sonido de las flores, descubrió a dos seres hermosos que habían perdido la sonrisa, la piel se le estaba poniendo muy pero muy blanca, casi transparente y el lugar donde habitaban sus corazones era un hueco oscuro, estaban desapareciendo.

Llena de amor y compasión decidió que tenía que hacer algo.

—Pero por dónde empezar a buscar—se preguntaba.

En ese momento, la barita mágica que dormía en la porta lapicera comenzó a girar y a elevarse. Maga la tomo en el aire, subieron a una resbaladera mágica que las llevaría hasta la tierra.

Cuando llegó, se encontró con un mundo muy diferente al que conocía. Había edificios muy altos, carros que hacían sonar sus bocinas, gente corriendo de un lado a otro, todas estas nuevas sensaciones la lastimaban; pero no se dejó intimidar, sabía que debía encontrar pronto los corazones.

sino los dos seres maravillosos se evaporarían.

Maga comenzó a preguntar a la gente si habían visto a dos corazones perdidos, pero todas las personas movían la cabeza diciendo que no, cansada de buscar y con mucha hambre se acercó donde, una mujer de cabellos blancos que estiraba con un bolillo la masa de trigo, luego la hacía bailar entre sus dedos hasta formas una hermosa empanada con repujados perfectos y rellena de un delicioso queso.

La mujer de las manos mágicas le contó que había oído hablar de unos corazones muy especiales que están en un jardín secreto detrás del Ilalo.

Maga no dudó ni un momento y se dirigió hacia allá; la anciana le envolvió en un pañuelo una empanada para el viaje, le agradeció y se la guardo en el bolsillo de su chompa.

Maga comenzó a caminar y mientras lo hacía se iban acercando colibríes de diferentes colores que le hacían reír, mientras la acompañaban en su largo viaje.

Por fin, Maga encontró el jardín secreto y los corazones estaban rodeados de flores y toda clase de pájaros cantores. Maga sacó el bulto que guardaba en el bolsillo y comenzó a darles miguitas de empanada a las aves.

Con el pañuelo, envolvió con cuidado los corazones y comenzó su regreso al reino mágico con ayuda de su varita mágica.

Con todo el amor posible, coloco los corazones en el hueco oscuro de los seres que empezaban a dormir para siempre.

Poco a poco fueron despertando, la piel se les iba poniendo rosada y de sus labios salían hilos de letras que formaban frases, que Maga nunca había escuchado:

¡Maga, hija, Maga es nuestra hija! … mientras lo hacían, la besan, abrazaban, se miraban, y los tres corazones comenzaron a sonar en un mismo ritmo, en una misma nota musical. Comprendieron que el amor es la verdadera magia.

Esta nueva familia vive feliz en el reino mágico, rodeados de muchas aventuras. A lo lejos escuchan otro corazón que se acerca, y ellos comienzan a prepararse para recibirlo con mucho amor.

Maga aprendió que la familia no es solo aquella con la que nace, sino aquella que eliges, que puedes amar incondicionalmente. No importa donde vivas o de donde vengas; lo más importante es el amor que compartes con los que te rodean.

                                   FIN

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