Líquido Mágico

 

Las mujeres estaban nerviosas y buscaban ponerme a buen resguardo. La mayor me envolvió tan fuerte que no tuve otra opción que dormitar en mi nueva mortaja.

Me han sacado del sueño profundo soy una verdadera novedad; estoy en un laboratorio, donde se conjugan voces femeninas, olores, colores y sabores.

El ruido me aturde; me colocan en una gran olla con agua caliente, otros ingredientes también son sumergidos y los nuevos olores producen en esos seres una sensación de alegría después de una madrugada de abrazos y buenos deseos.

Ha sucedido una alquimia; me alegra ser el protagonista.

La anciana me toma otra vez entre sus manos, con trapos rodean mi ser y vuelve a colocarme en el fondo de la caja fría; un sopor me invade y me adormezco. 


No sé cuánto he dormido; siento como se deshacen de mis ropajes de invierno y cómo soy sumergido en agua, junto con pocos elementos…

-Sé qué tengo que hacer! -

Pongo todo el esfuerzo para que la esencia salga por mi superficie porosa.

Las mujeres son diferentes; no son las mismas de la primera vez; incluso el laboratorio tiene otro ambiente; ellas no ríen; lloran mientras mesclan el líquido donde estoy.

Colocan un poco de mi pócima en un recipiente como si fuera la única esperanza que les queda. Llevan el líquido mágico donde está un niño pálido y ojeroso que se apaga cada vez que trata de inhalar un poco de aire. El brebaje entra por su boca, pasa por su garganta hasta llegar a su alma. Después de unas cuantas cucharadas de mi alquimia su rostro se pone rosado y las bocanadas de aire lo hacen reír.

La madre entre dientes dice algo que solo yo escucho. ¡Gracias!

-Este lugar lo conozco! -   Estoy otra vez en la caja helada, pero estoy cansado y duermo.


No me he despertado del todo y otra vez el agua caliente con otros elementos me despabila. El recipiente y el calor son diferentes. Una olla de barro y la leña son mi nuevo laboratorio. Vuelvo a trabajar, necesitan de mi magia, lo hago con alegría porque eso es lo que escucho, mujeres alegres que hablan, cantan…

La mesa es grande y los comensales están sentados de lado a lado; el lugar es una finca; me saborean y festejan lo sabroso del líquido, veo al niño sentado en uno de los extremos levantando el plato de sopa, y la vieja mujer está en el otro extremo de la mesa dirigiendo la comelona.

Comentan de mis propiedades, pero también de mi remplazo.

FIM

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