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Mostrando las entradas de abril, 2024

El Mejor Balsamo

Tengo 56 años, y la menopausia me azota sin tregua. Del grupo de amigas soy la menor; las veía siempre con sus abanicos muy elegantes, soportando los síntomas de esta transición con mucho estoicismo. El tiempo pasó, ellas ya no se abanican, soy yo la que saca el famoso instrumento de la cartera me abanico con fuerza para refrescar el sofoco que llega sin previo aviso. Cuando acordamos encontrarnos aprovecho para reclamarles, porque nunca hablaron de este proceso, yo realmente la estoy pasando mal, especialmente en la noche. El último bochorno llega a las 4:30 am; me muevo hacia el filo de la cama, saco la pierna izquierda debajo de la sábana, con la punta de los dedos del pie busco el suelo, la sensación de topar algo frío me calma un poco; luego con la mano derecha me destapo por completo, el calor se vuelve más fuerte, tomo un sorbito de agua del vaso que suelo llevar antes de acostarme al que dosifico para cada subida de calor; con la sábana me doy aire; el pijama que algún día fue

Que llueva, la bruja esta la cueva

Mis pobres rodillas me avisan con un dolorcito seco y punzante cuando ella esta apunto de llegar. De niña la sensación de alegría me invadía todo el cuerpo al saber que pronto llegaría. No importaba a qué hora fuera, la esperaba con mi atuendo carnavalesco un vestido floreado y zapatillas de girasol. Me escondía tras el palo de mango, entonando la canción que mamá me había enseñado. Que llueva, que llueva, la bruja está en la cueva, los pajaritos cantan, la bruja se levanta. Que sí, que no, que caiga un chaparrón. Las primeras gotitas me sacan del escondite, con la cara mirando el cielo, la lengua afuera saboreando las primeras gotas para luego recibir bailando el chaparrón tibio que duraría unos veinte minutos. Saltaba a los charcos y las zapatillas eran atrapadas por el suelo arcilloso. Con el lodo formaba toda una vajilla, gatos y patos que luego se secaban con sus respectivas cicatrices hasta la próxima lluvia que las deshacía convirtiéndolas en nada. Cuando el sol y la lluvia apar

Tarde de lluvia

La lluvia de estas tardes me ha traído recuerdos con añoranza, en especial uno que me hace reír como si la línea del tiempo se haya detenido, aunque ya son 15 años bien transitados. Los dos primos, Moshé y Mateo, un poco tristes por la imposición del clima, no les toco de otra que quedarse dentro de casa hasta que San Pedro cierre las llaves y deje de llover. Muy calientitos acostados en la cama con las piernas estiradas hacia arriba y apoyadas en la pared, con la cortina abierta de la ventana para ver las gotas de lluvia chocar contra el vidrio; se originó una de la conversación más profunda entre ellos que todavía me produce ternura. - ¿tienes algún familiar famoso? - Pregunto Mateo - ¡No lo sé!, ¿Y tú? -     Dijo Moshé - ¡Si! -.  Fue el SI más potente resonando como pelota de pin pon por todo el lugar, traspasando la pared de la habitación de alado en donde me encontraba. Al oír tal afirmación me levante de la silla dejando a un lado el libro que me acompañaba esa tarde; con mucho t