El Mejor Balsamo
Tengo 56 años, y la menopausia me azota sin tregua. Del grupo de amigas soy la menor; las veía siempre con sus abanicos muy elegantes, soportando los síntomas de esta transición con mucho estoicismo. El tiempo pasó, ellas ya no se abanican, soy yo la que saca el famoso instrumento de la cartera me abanico con fuerza para refrescar el sofoco que llega sin previo aviso. Cuando acordamos encontrarnos aprovecho para reclamarles, porque nunca hablaron de este proceso, yo realmente la estoy pasando mal, especialmente en la noche. El último bochorno llega a las 4:30 am; me muevo hacia el filo de la cama, saco la pierna izquierda debajo de la sábana, con la punta de los dedos del pie busco el suelo, la sensación de topar algo frío me calma un poco; luego con la mano derecha me destapo por completo, el calor se vuelve más fuerte, tomo un sorbito de agua del vaso que suelo llevar antes de acostarme al que dosifico para cada subida de calor; con la sábana me doy aire; el pijama que algún día fue